Aprendemos nuevas rutinas de pensamiento
Hace unas semanas aprendimos qué son las rutinas de pensamiento, ahora vamos a conocer algunas más que pueden sernos de utilidad en nuestra práctica docente como estrategia de aprender a aprender.
Recuerda que los estudios sobre las habilidades de pensamiento demuestran que:
- cuanto más explícita es la enseñanza del pensamiento, más efectiva resulta,
- cuanto mayor sea el clima de reflexión en tu clase, más alumnos valorarán la capacidad de pensar,
- cuanto más seas capaz de integrar la enseñanza del pensamiento en tu aula, más pensarán tus alumnos sobre lo que están aprendiendo.
Precisamente por esto es necesario que se conviertan en una rutina, en un hábito, un hecho que a base de ser repetido se realiza de forma automática.
Aquí tienes tres nuevas rutinas para que puedas implementarlas en tu aula que también están adaptadas del proyecto desarrollado por Visible Thinking.
Puntos cardinales E-O-N-S o La Brújula
Esta rutina utiliza un organizador visual con cuatro cuadrantes situados como los cuatro puntos cardinales (de ahí su denominación como La Brújula) que nos sirven para analizar un problema, un dilema o una situación que requiere una elección analizando diferentes aspectos:
- E, de Emocionante: en este punto del organizador colocaríamos todo lo que nos gusta, nos emociona, no parece interesante de la situación planteada, es decir, los aspectos positivos.
- O, de preOcupante: aquí hay que indicar qué nos preocupa o inquieta, es decir, aquellos aspectos que consideramos negativos.
- N, de Necesito saber: registramos los datos que nos faltan, qué más necesitaríamos saber antes de tomar una decisión o realizar la elección que nos plantea el problema o situación que estamos estudiando.
- S, de Sugerencias para avanzar: en este último apartado se recogen las aportaciones individuales u opiniones sobre el problema que se está analizando de manera que nos permite continuar en su estudio, conocerlo con mayor profundidad.
Es una rutina interesante para aplicarla al estudio de situaciones complejas, que requieren un proceso de reflexión o que suponen un dilema.
Comenzaremos trabajándola en gran grupo y utilizando la pizarra de aula para anotar las diferentes ideas que vayan surgiendo de manera que vayamos guiando a los alumnos (en el orden propuesto), y será necesario repetirla en suficientes ocasiones para que los alumnos puedan interiorizarla.
Cuando consideremos que ya pueden aplicarla de forma autónoma también podrán trabajarla en pequeños grupos.
Conviene utilizar el organizador visual para facilitar la organización de la información.
Al finalizar el trabajo propuesto los alumnos encargados de la función de portavoz del grupo pueden exponer al resto el proceso y las conclusiones a las que el grupo ha llegado.
Para mejorar el proceso de aprender a aprender podemos indicar a los alumnos que registren su valoración o respuesta inicial al problema propuesto.
Al terminar la aplicación de la técnica se revisa esta idea y se analiza si se ha cambiado de opinión y en qué sentido y por qué. De esta manera el alumno irá tomando conciencia de cómo se ha desarrollado su propio proceso de pensamiento.
Preguntas provocadoras
Esta estrategia es muy fácil de implementar en el aula y nos puede servir para la sesión inicial de cualquier unidad didáctica ya que es una buena forma de presentar contenidos nuevos despertando el interés de los alumnos, generando el conflicto cognitivo y explicitando conocimiento previos respecto del tema, concepto, tópico, lámina o video que decidamos mostrar a nuestros alumnos para iniciar un tema.
Guiando la sesión utilizando esta estrategia evitamos que la lluvia de ideas en realidad no dé resultados útiles o que los alumnos no sepan qué preguntar al respecto y solo seamos nosotros los que hagamos las preguntas.
Recuerda, eso sí, que como el resto de técnicas hay que modelarla y practicarla en diferentes ocasiones para que los alumnos puedan interiorizarla.
La estrategia consiste en hacer una serie de preguntas, al menos 12, sobre el tema que nos ocupa para que nos sirvan para pensar y aprender más sobre este. Podemos utilizar ejemplos que inciten a los alumnos a pensar: por qué, cómo, cuáles son las razones, y si…, cuál es el propósito, qué diferencia habría si, cómo sería si, supongamos que, qué ocurriría si, qué cambiaría si…
Vamos recogiendo las preguntas en la pizarra y posteriormente revisamos todas las preguntas recogidas y elegimos las que consideremos más interesante y debatimos sobre ellas.
También podemos utilizarlas para decidir lo que queremos aprender sobre el tema, incluir las propuestas de los alumnos en el trabajo de aula o abrir nuevas investigaciones que pudieran surgir de su interés en la materia.
Podemos dejar un cartel con las preguntas tipo para que los alumnos tengan visible la referencia y se acostumbren a hacerse este tipo de preguntas y a analizar las respuestas.
Observar-pensar-preguntarse
Con esta estrategia guiamos a los alumnos a pensar sobre fenómenos u objetos del mundo que les rodea. Nos puede ser de utilidad en el área de ciencias en el que debemos aprender sobre cómo funciona el mundo que nos rodea, sobre fenómenos de la naturaleza, sobre el funcionamiento de máquinas sencillas: qué necesita la planta para vivir, cómo funciona un anemómetro, qué sucede cuando un volcán entra en erupción…
Consiste en observar detenidamente tomando nota de las observaciones, pensar sobre lo observado y registrar las incógnitas que surjan.
De nuevo se trata de despertar el interés de los alumnos y guiar su proceso de aprendizaje ya que deben observar cuidadosamente para intentar comprender, sacar conclusiones, buscar respuestas.
Se estimula la curiosidad necesaria para hacer más atractiva la indagación posterior.
Se puede trabajar en pequeño grupo para fomentar la argumentación y el intercambio de ideas así como el aprendizaje social o individualmente para promover la reflexión y la búsqueda autónoma de respuestas.
Conviene terminar la estrategia verbalizando el proceso para aumentar las posibilidades de aprender sobre nuestro propio proceso cognitivo.
Para terminar de aprender a aprender
Como hemos ido viendo al explicar cada una de las rutinas es muy fácil utilizarlas en el aula. Sistematizar su uso es lo que nos permitirá conseguir los mejores resultados.
Recuerda que en el post anterior sobre rutinas de pensamiento explicamos cómo incluirlas en tu programación y compartimos unos organizadores gráficos que puedes descargar para facilitar su implementación en el aula.
Enseñar a pensar nos permite desarrollar en nuestros alumnos la competencia de Aprender a aprender, una de las 7 competencias clave que la normativa establece para la enseñanza básica, por tanto incluirlas en tu programación te permitirá demostrar al tribunal el carácter competencia de tu programación de forma sencilla.