Descubre cómo motivar (bien) a tus alumnos

Tipos de motivación en el aprendizaje

Nadie discute la importancia de la motivación para nuestros alumnos.

Los estudios de neurodidáctica señalan la importancia de la motivación como activador del aprendizaje, pero sin necesidad de consultar a la neurodidáctica todos los maestros sabemos cómo cambia el ambiente del aula, y con él la predisposición al aprendizaje, cuando los alumnos están motivados.

Recordemos que existen dos tipos de motivación:

  • Intrínseca
  • Extrínseca

La primera, la intrínseca, es la más deseable, se da cuando alguien decide hacer algo porque le produce satisfacción o le ayuda a conseguir un objetivo propio.

Es decir que los alumnos estén motivados por sí mismos hacia el aprendizaje, que sientan curiosidad, que se sientan capaces de aprehender aquello que queremos transmitirles o de dominar aquellas estrategias y destrezas que estamos trabajando en el aula.

Pero no todos los alumnos sienten esta motivación intrínseca, en algunos casos por su propia personalidad, por su historia escolar previa, porque en su ambiente no se valora la escuela… por un sinfín de razones o simplemente porque lo que les estamos ofreciendo no les interesa.

Pero siempre podemos mejorar dicha situación buscando estrategias que despierten su interés, que activen su curiosidad, que les hagan querer participar en situaciones que les resulten atractivas, hoy vamos a ver algunas de estas estrategias y más adelante cómo podemos incluirlas en nuestra programación.

La motivación extrínseca (aquella que proviene desde el exterior): es la que nos lleva a realizar un comportamiento específico para conseguir una recompensa externa.

También tiene cierta incidencia, especialmente en los niños más pequeños, que pueden ser fácilmente motivados con pequeños premios: pulseras, medallas, tatoos… pero este tipo de estímulos van perdiendo efectividad como elementos motivadores a medida que el alumno crece.

En todo caso la motivación extrínseca deberíamos utilizarla como vehículo para despertar el interés genuino del alumno y no como un único recurso, ni como un fin en sí misma, ya que según demuestran algunas investigaciones puede llegar a ser incluso contraproducente y a la larga disminuir los comportamientos que queremos fomentar.

Por qué la motivación extrínseca no funciona

Las recompensas externas del tipo de las mencionadas pueden tener un impacto inicial positivo, los niños se ilusionan por conseguir el premio ofrecido por el maestro y se implican en desarrollar la conducta que el maestro quiere fomentar.

Pero una vez conseguido el objetivo también pierden rápidamente el interés.

Además desplazamos el interés del alumno de aquello que queremos que aprendan al premio que se van a esforzar en conseguir.

Su utilidad se limita a conductas mecánicas o que se centran en “realizar algo”, es decir, en cumplir con una tarea, pero no fomentan que se reflexione sobre lo que se está haciendo, que se analice con profundidad, que se establezcan relaciones con otros aprendizajes ni con otras situaciones que permitan generalizar los aprendizajes.

Al contrario, las prisas por conseguir el premio hace que se centre la atención en terminar lo más pronto posible. Lo que también puede ser contraproducente, lógicamente.

Es fácil comprobar como la implicación de los alumnos en cualquier tarea que les propongamos será mucho mayor si están interesados por la tarea en sí misma que en acabarla para conseguir un premio.

Por tanto hay que ser consciente de la utilidad limitada de tales recompensas y saber utilizarlas adecuadamente pero tratar de conseguir que la motivación principal de nuestros alumnos sea del tipo interno.

Veamos algunas ideas para conseguirlo.

Cómo conseguir desarrollar la motivación intrínseca

Por tanto nuestro objetivo es conseguir crear el conjunto de circunstancias que potencie el desarrollo de la motivación intrínseca en nuestros alumnos.

Nos cuenta Larry Ferlazzo en Edutopia que la mayoría de los investigadores sugieren cuatro elementos, que utilizándolos de forma adecuada fomentarán el verdadero interés en nuestras aulas:

  1. Dar autonomía a los alumnos: tener cierto grado de control sobre lo que se va a hacer en el aula y cómo se va a realizar despierta el interés de los alumnos. Por eso las asambleas, el trabajo por rincones, los proyectos, el aprendizaje basado en problemas, alternativas para que el alumno elija en lo que va a trabajar o la actividad a realizar entre varias, son estrategias que permiten a los alumnos sentir que son protagonistas de su proceso de aprendizaje, que están trabajando en aquello que les interesa en cosas que realmente quieren saber o saber o saber hacer. Esto es lo que aumentará su motivación hacia el aprendizaje.
  2. Permitirles sentirse competentes: no hay nada más frustrante que enfrentarse a tareas que están más allá de nuestro nivel de competencia. Es muy importante ser cuidadoso a la hora de proponer a nuestros alumnos tareas asegurándonos siempre de que tienen posibilidades de realizarlas con éxito.  Especialmente con aquellos alumnos que tienen más dificultades de aprendizaje, deberemos asegurarnos de que realizamos las adaptaciones necesarias para que también ellos puedan conseguir un buen resultado. Si no lo hacemos no podrán desarrollar una imagen de sí mismos adecuada y aprenderán a sentirse incapaces, lo que perjudicará gravemente su aprendizaje.
  3. Aprender en situaciones de grupo: las tareas realizadas con compañeros tienen un gran potencial, los alumnos son capaces de ayudarse entre sí y de aprender unos de otros, y además, disfrutan haciéndolo.
  4. Significatividad, utilidad de las propuestas: la tarea, ejercicio, proyecto o sea el que sea el proceso de aprendizaje que hemos diseñado para nuestros alumnos tiene que ser interesante y útil para ellos, para su vida cotidiana, para hacerles sentirse seguros y competentes en el mundo que les rodea, eso es lo que hace que verdaderamente quieran aprender lo que les estamos ofreciendo.

En un próximo post veremos técnicas concretas para motivar a los alumnos llevando estos principios al aula.

Cómo utilizar la motivación en tu programación

Ahora tienes que decidir qué estrategias vas a utilizar para conseguir motivar a tus alumnos, siguiendo las recomendaciones comentadas en el punto anterior.

Luego incluye la motivación entre los principios psicopedagógicos en los que se basa tu programación, puedes utilizar la información de este post sobre los dos tipos de motivación y su diferente función en el aprendizaje de los alumnos.

A continuación, cuando redactes el apartado dedicado a la metodología de tu programación, describe las estrategias que hayas elegido para motivar a tus alumnos, explica el motivo de tu elección, el papel que cumplen en tu programación, cómo se van a poner en práctica en el aula, etc.

Lo importante no es conocerlas todas, ni utilizar muchas a la vez, sino elegir aquellas que consideres más adecuadas en función de la edad de tus alumnos, de la materia para la que programas y de tu propio estilo docente y que pienses en cómo la utilizarías en tu aula.

Más adelante, cuando elabores las unidades didácticas deberás incluir las estrategias correspondientes de forma que toda tu programación sea coherente

Cuidar todos los detalles de tu programación es lo que la hará personal y diferente. Precisamente de eso se trata, de demostrar la tribunal que te has planteado todos los aspectos de la docencia en tu aula y que tienes una respuesta adecuada para cada uno de ellos.

Foto del autor

Ester Álvarez

Inspectora de Educación GVA. Convencida de que la Inspección es un factor de mejora del sistema educativo y de que la innovación es necesaria para adaptar la escuela a la sociedad del siglo XXI. Co-fundadora de la asociación de Inspectoras e Inspectores para una Nueva Educación, Insnovae. Coordinadora de la Xarxa 2030. Coordinadora del grupo Atlántida de Alicante.

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